Origen de ¨River mi buen amigo¨.

Hay un cantito que acompaña a la mayoría de las salidas de los equipos y que nació de una campaña de la Policía Bonaerense, entrada la década del ‘80. ¿Se acuerdan de Bobby, mi buen amigo?


Ese momento de emoción pura que tanto se espera en las canchas, lamento decirle a todos los clubes que tiene la melodía de una iniciativa de la Policía de la provincia de Buenos Aires. La canción de "Mi buen amigo" proviene de la campaña del operativo Sol en 1981, en donde se le comunicaba a la gente que no podía llevar en el auto a sus mascotas si viajaba a la Costa Atlántica.

Dicha canción compuesta por el artista conocido como Poggy Almendra e interpretado por una niña llamada Gracielita decía: "Bobby, mi buen amigo este verano no podrás venir conmigo, hoy escuché cuando papá decía que esta vez no te podrá llevar. Bobby no me extrañes mucho, pronto voy a regresar, cuida todos mis juguetes, Bobby no te portes mal".

Si, ya sé lo que estás pensando, esta melodía es la misma de otra canción con una letra un poco más polémica de Nueva Chicago a la gente de Almirante Brown. Estamos hablando del famoso cantito de "Escuchen, corran la bola..." pero esta vez nos vamos a centrar en "River mi buen amigo".

El cantico en las tribunas. Sus origenes

                                                  El canto de las tribunas

Los cantos y estribillos que surgen de las tribunas argentinas constituyen parte indivisible de la puesta en escena que el fútbol necesita para ser la fiesta que debe ser. No se concibe el fútbol en nuestro país sin gritos ni hinchadas. Es como si algo le faltara a la ceremonia máxima de los domingos. Cuándo empezó este fenómeno que casi no registra similitudes en otras partes del mundo, es algo que no se conoce. Pero más allá de que falte ese eslabón perdido a partir del cual se puede contar la historia, esta nota intenta reconstruir, a golpes de memoria y archivo, cómo fueron evolucionando las voces del tablón y reseñar los cantitos más conocidos. Desde las copias murgueras de principio de siglo hasta los que se corean hoy en día, inspirados en los hits de las FM y la televisión. Sin censura. Con afecto, como un sincero homenaje a los auténticos poetas de la popular...

Primero fue una voz. Después diez, cien, mil, miles de voces. La letra que se inserta en la música, la picardía, el ingenio o la bronca que calzan en una melodía pegadiza y ya está el estribillo que toda una tribuna canta para alentar a los suyos, también para denostarlos o para agredir, burlar, herir u ofender a los que hacen lo mismo desde los escalones de enfrente. El mecanismo se activa cada vez que una pelota se pone a girar.

Es una parte indivisible de la puesta en escena que el fútbol necesita para ser la fiesta que debe ser. No se concibe el fútbol sin gritos ni cantos, por lo menos en la Argentina. ¿Desde cuándo?. ¿Desde dónde?. ¿Por qué? En ningún sitio de la historia se puede localizar un dato cierto, un indicio concreto, una pista irreprochable que permita asegurar que el día tal del año tal la hinchada del cuadro equis ensayó el primer estribillo que se tenga memoria. Ese punto de partida, ese puntapié inicial se debe haber dado, qué duda cabe, en una fecha imprecisa y en un lugar indeterminado.

Pero ningún cronista de por entonces tuvo el oído atento o el lápiz despierto como para tomar nota de tamaña novedad. Por eso, a este recuento le falta lo fundamental: el eslabón perdido, la piedra de toque a partir de los cuales los recuerdo sean posibles. Sin embargo, se nutre de otras cosas, a modo de compensación: los apuntes anónimos de quienes han fatigado o fatigan las canchas del país, viendo fútbol, viviendo fútbol, mamando fútbol, disfrutando fútbol con los ojos abiertos y los oídos prestos a esa música maravillosa que a veces sonroja de vergüenza y que otras, las más, convoca a la sonrisa cuando la grosería abre las piernas y la deja pasar para que1a creatividad la clave de volea en un ángulo del arco de la emoción. Y la gente. Esa gente que no sólo es el decorado humano de un negocio formidable, sino su dueña, su única razón de ser. Y a la que le pedimos prestada su voz para reproducirla en un par de líneas. Sin censura. Con afecto.

Los primeros rastros de una poesía del tablón se yuxtaponen con otra expresión de la cultura popular: las murgas. Hay quienes dicen que de las coplas murgueras de principios de siglo brotaron algunos cantos fundacionales. Como éste que ha trascendido los tiempos, que todos alguna vez hemos coreado de pibes y que casi ha llegado indemne al final de la centuria con su letra impregnada de ingenuidad y admiración. “Tenemos un arquero, que es una maravilla; ataja los penales sentado en una silla". Ese arquero era Américo Tesorieri, aquel mítico guardavallas de Boca que jugó en las décadas del 10 y del 20 y que fue, tal vez, el primer jugador del fútbol argentino que tuvo cantito propio. Otro, mucho menos conocido, que gozó de semejante privilegio, fue un arquero de Argentinos Juniors, Fasciola, al que de tan gordo que era los hinchas distinguieron con un "Fasciola, Fasciola, la vaca voladora"

No hay en los últimos años de amateurismo y en la primera década del profesionalismo testimonios de estribillos populares. Desde las tribunas a lo sumo se coreaban los nombres de los equipos como si se los separara en sílabas ("Bo-ca, Bo-ca ó River, Ri-ver); muy excepcionalmente, los de algún jugador destacado. Hoy resulta impensable que superfiguras tales como Bernabé Ferreyra, el paraguayo Delfín Benítez Cáceres, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Arsenio Erico, Antonio Sastre, Jaime Sarlanga, Francisco Varallo o Roberto Cherro no tuvieran su cantito identificatorio. Sin embargo, fue así. Las multitudes vibraron al influjo de su calidad excelsa. Pero fueron incapaces de rendirle homenaje a semejantes monstruos, con alguna cuarteta que los perpetuara en la memoria colectiva más de lo que ya están.




No obstante, la tendencia se revirtió a principios de la década del 40. Los hinchas de Independiente le dedicaron un "La gente se mata, por ver a De la Mata" a aquel Capote rosarino verdadero prodigio de habilidad. Los de Boca, para no ser menos, entonaban, ya en La Bombonera, un "Yo te daré, te daré niña hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con B: ¡Boyé!", cada vez que el Atómico inflaba las redes adversarias con esos taponazos que fueron la marca registrada de su paso por el fútbol. Allá por 1946, la hinchada de San Lorenzo se desgañitaba cantando "Dale Mamucho, dale Martino, que los rivales se quedan con el vino" cada vez que el celebrado “insai" izquierdo bordaba jugadas maravillosas en compañía de Armando Farro y René Pontoni. Y en 1947, la gente de River ululaba un "Socorro, Socorro, ya viene la saeta con su propulsión a chorro" siempre que Alfredo Di Stéfano dejaba rivales parados con su velocidad supersónica, definía con la contundencia de una explosión y se iba gritando con el brazo en alto por la pista de atletismo del Monumental, toda una postal del gol de aquellos tiempos.

Era la década del 40, la década cimera del tango, la de Pichuco, el troesma Pugliese, Alfredo De Angelis, Juan D Arienzo. La de las voces impares del Tano Marino, Fiorentino. Carlos Dante, Julio Martel, sin contar la imbatible del Zorzal. Sin embargo, el tango, expresión popular por antonomasia de los argentinos, jamás pudo cederle su música a las letras que surgían del tablón. Se necesitaban ritmos más pegadizos, mas fáciles de ser cantados, más alegres, menos propensos a la melancolía. Por eso, sólo por eso, esa lágrima colgada de la garganta de la gran ciudad no pudo trepar a lo más alto de la tribuna para abrazarse con su pueblo.

LOS QUERIDOS 50

Y un ramillete de cantos que nacen de la inagotable inspiración tribunera “La gente ya no come, por ver a Walter Gómez" fue un himno de la hinchada de River surgido en reconocimiento de la excepcional calidad del centro delantero uruguayo. "La gente ya no fuma, por ver a Ángel Labruna" fue una variante emanada del mismo riñón para condecorar al máximo goleador riverplatense de todos los tiempos, a su jugador símbolo. "Ay, ay, ay; qué bonito debe ser; hacer goles de voleo como Florio sabe hacer" era el alarido que pegaba la hinchada de Lanús cuando su goleador cruzaba las fronteras de lo plástico y casi se instalaba en lo irreal. Hasta que llega 1954, el año en que Boca se consagra campeón luego de diez años de amarga espera. El año en que la hinchada boquense desborda los estadios, bate todos los registros anteriores de venta de entradas e inunda de fervor la ciudad y el país. Está de moda una marcha: Sinceramente, de Santos Lipesker. Y "el jugador número 12" absorbe su música, le cambia la letra y le da vida a un éxito de todos los tiempos y que sigue sonando con la misma fuerza de aquella primera vez, aunque hayan pasado ya 40 años "Sí, sí, señores, yo soy de Boca; sí, sí, señores, de corazón; porque este año desde La Boca, desde La Boca, salió el nuevo campeón".

Por entonces sonaban otras marchas en el país. Pero muy pronto, la fuerza de la fuerza las hizo callar en todos lados, menos en uno. La revolución de 1955 había condenado a la marcha peronista a silencio forzoso. Sin embargo, el pueblo parado en las tribunas desafió la prohibición, acalló la letra pero no su espíritu, y valiéndose de la música atronó el espacio con un “Y dale Boca, dale Bo, y dale Boca, dale Bo, y dale Boca, dale Bo, y dale Boca, dale Bo...” que servía como exacto reemplazo del "Perón, Perón, qué grande sos; mi general, cuánto valés..." que sólo se podía entonar de la boca para adentro.

A fines de la década del 50, otro estribillo famoso ve la luz. La celebridad le vendrá un poco más tarde. Pero sus raíces hay que encontrarlas en 1959. San Lorenzo gana el título de ese año. Y la hinchada sanlorencista lo festeja diciendo "y ya lo vé, y ya lo vé; es el equipo de José" porque José Barreiro era el técnico de esos campeones. Siete años más tarde, los hinchas de Racing se apoderaron de la letra y la música y la popularizaron como grito de guerra cada vez que atacaba en manada aquel Racing de Juan José Pizutti campeón de todo, hasta de América y del mundo.

ENTRE LA TV Y LA NUEVA OLA

Llega 1960. Y con los 60, el auge de la televisión que se instala definitivamente en los hogares argentinos y el fenómeno de la nueva ola, esa música liviana, digestiva, casi intrascendente, pero pegadiza. Los dos acontecimientos repercutirán notablemente en el folclore tribunero. La tele será un vehículo de formidable difusión de aquellas melodías pasatistas, que muy pronto estarán en boca de casi todos. Y aprovechando esa popularidad, no habrá estribillo que no tenga su música para ser cantado.

Chico Novarro voceaba que "el camaleón, mamá el camaleón; cambia de colores según la ocasión" y la popular la devolvía gritando "tu corazón, nena, tu corazón; tiene los colores de Boca campeón". Si Palito desafinaba su "caminado por las calles, voy cantando; voy cantando mi canción", las hinchadas reprocesaban la letra y decían "despacito, despacito, despacito; les rompimos el culito" cada vez que el triunfo de uno sobre otro parecía inexorable.

Pero no fueron las canciones de moda, la única fuente de inspiración de los poetas y musicalizadores del tablón. Los jingles publicitarios, también puestos en boga por la televisión, sirvieron para darle vida a un montón de cantitos que se mantienen lozanos y frescos, no obstante todo el tiempo transcurrido. Por ejemplo, de un jingle del whisky Robert Browns nacido a fines de la década y que decía "para cambiar, hay que tomar; un Robert Browns, un Robert Browns", nació el “oi, oi, oi, oi, qué papelón; están bailando para la televisión". De aquel jingle de la tela Acrocel de Sudamtex que rezaba "vaya, vaya, con Acrocel; a todas partes vaya con Acrocel; a toda hora, con Acrocel; fibra poliéster de Sudamtex" surgió "vaya, vaya con el campeón; a todas partes vaya con el campeón; si sos de Boca (o de River o de Racing), hacé el favor; andá a la puta que te parió".

Existía por entonces mucha agresividad suelta en las calles. Inestabilidad política, alternancia entre gobiernos civiles débiles y dictaduras militares fuertes, canales de participación cerrados, desconcierto creciente, el peronismo proscripto. El clima era cada vez menos respirable. Había necesidad de abrir una válvula que descomprimiera tanta tensión. Y la cancha, una garantía de anonimato e imbunidad, se convierte en el receptáculo ideal para liberar tanta bronca acumulada. Los estribillos ya no sirven sólo para alentar a los propios. También los hay para humillar o insultar a los extraños, simplemente por eso, porque son los extraños. La violencia que flota en el ambiente se traslada a las cancha y en las canchas, a las tribunas. Por eso se escucha en boca de cualquiera “vea, vea, vea; que manga de boludos; ahora las banderas se las meten en el culo".

Sin embargo, no todos los estribillos obligan a taparse los oídos en defensa del diccionario de la Real Academia. Allá por 1968, la hinchada de Estudiantes popularizó un cantito que hasta se escuchó en Manchester: "Si ve una bruja montada en una escoba; ese es Verón, Verón, Verón que está de moda". Y en 1969, la de Boca distinguió la jerarquía y la limpieza de procedimientos de Julio Guillermo Meléndez Calderón con un: “Y ya lo vé, y ya lo vé; es el peruano y su ballet".

UNA DÉCADA A PURO RITMO

La década del 70 fue prolífica en canciones que dieron paso a posteriores estribillos y en estribillos que hasta hoy mantienen incuestionable vigencia. La gran mayoría de los hits musicales de aquellos tiempos sirvieron como soporte de las letras dictadas por el ingenio popular. Por ejemplo, Vos sos un caradura (Palito Ortega, 1970) generó un cantito racista y excluyente: “ya todos saben que en la Boca están de luto; son todos negros, son todos putos"; El amor como el viento, un día se va (Tony Ronald, 1971) derivó en un "me parece que Racing no sale campeón; sale el rojo, sí señor"; Estoy hecho un demonio (Francis Smith, 1971) fue la matriz para un "movete River, movete; movete dejá de joder; está hinchada está loca, hoy no podernos perder"; La reina de la canción (La Joven Guardia, 1971) motivó aquel "muchas veces fui preso y muchas veces lloré por vos; yo a Boca lo quiero, lo llevo adentro del corazón"; Hay que alegrar al corazón (Juan y Juan, 1970) fue el leit-motiv de “Borombombón, borombombón; es el equipo del Narigón"; Vuelvo a vivir, vuelvo a cantar (Sabú, 1971) resultó la base de “olé, olé, olé, olé, olé, olé; es Marangoni y su ballet"; Mi amigo el Puma (Sandro, 1974) desencadenó aquel célebre "este es mi amigo River, dueño del corazón; tiene a la gorda puta y a Alonso el comilón"; No juegues más (Leonardo Favio, 1971) aportó para decir “no juegues más, River, no juegues más; que los bosteros ya no pueden más".

Los ejemplos suministrados valdrían para afirmar que los cantitos tribuneros, en todo caso, han servido para darle trascendencia a temas de cantantes y autores que ya eran famosos y que siguieron siéndolo luego. Pero esa conclusión es inexacta. Las hinchadas no sólo se nutrieron de los mozos. También echaron mano a los que no lo eran o lo fueron por corto lapso. ¿Alguien se acuerda de José Luis Fernández Melo y del conjunto Cenizas?. Uno fue el autor y el otro el intérprete de Salta pequeña langosta, una intrascendencia de 1972 que desembocó en esta letrilla que todavía hoy se canta: "Salta, salta, salta, pequeño canguro; que hoy a las gallinas les rompémo el culo". ¿Alguien lleva puesta en los oídos la página intitulada Que la dejen ir al baile sola, que en el mismo año intentaba vocalizar un tal Rubén Mattos?. Ese tema dio lugar a otro estribillo que goza de permanente actualidad: “Si lo tiran al Ciclón al bombo; vá a haber quilombo, vá a haber quilombo". ¿Quién recuerda hoy a Marcelo Dupré, un melindroso cantautor melódico que en 1975 pergeñó su No, no te vayas mi amor sin imaginar que su obra acabaría cantándose en las graderías como "No, no te vayas campeón... quiero verte otra vez".

Lo dicho pues: que una tribuna salte y ruja al compás de un estribillo con letra propia y música tomada en préstamo no es para el autor del tema original garantía de calidad sino de perdurabilidad en el tiempo. Cuando una canción gana las gargantas del tablón y se queda allí eternamente, saca patente de popularidad, no más que eso. Y si se mantiene para siempre dentro de la reserva musical que cada hinchada tiene según las circunstancias, deberá agradecérselo a lo pegadizo de su melodía y lo fácil que resulta cantarla, antes que a sus merecimientos artísticos. Hay piezas imborrables dentro de la música popular que nunca treparán a tales alturas. En cambio, hay composiciones mediocres que están ahí porque bueno, porque pegan y nada más.

EL JINGLE POLÍTICO

La propaganda política también aportó lo suyo en eso de pasarle música a las hinchadas. Un jingle que atosigó las pantallas televisivas durante el siniestro reinado de José López Rega decía con entonación de una voz infantil: “Contagiate mi alegría, y reíte como yo; que hoy es tiempo de esperanza, de buscar en la unidad la paz que nos dará el amor". La gente lo transformó en una letra mucho menos pretenciosa: “Vamos, vamos, Argentina; vamos, vamos, a ganar; que esta barra, quilombera, no te deja, no te deja de alentar"; el mismo que todos cantamos en las históricas jornadas del Mundial 78 y que fue el único que se creó exclusivamente para un Seleccionado nacional.

Otro jingle que terminó en las tribunas fue uno que durante el Proceso se puso en marcha para prevenirlos accidentes de tránsito durante el verano. Ese simpático aviso institucional que arrancaba diciendo “ Bobby, mi buen amigo..." fue reelaborado y terminó coreado como "Boca, mi buen amigo esta campaña volveremo a estar contigo, te alentaremos de corazón porque esta hinchada se merece ser campeón, no me importa el periodismo, lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más".

La Guerra de las Malvinas desató sobre todos los argentinos, una parafernalia propagandística con los resultados conocidos. De todas las marchas y canciones que taladraron nuestros oídos durante esos inenarrables 74 días, la hinchada de San Lorenzo, por entonces remando en la B para volver a la A, tomó dos y las convirtió en futboleras. La marcha de las Malvinas se transformó en "Ponga huevos San Lorenzo, ponga huevo y corazón; que esta hinchada, se merece, se merece ser campeón". Y la canción Argentinos a vencer quedó, convertida en "Vamos, San Lorenzo, vamos a ganar, con la hinchada y los jugadores volveremos a la A".

Adviértase este dato: a partir de los 80, las hinchadas empiezan a ser protagonistas de sus propios estribillos. Los equipos son urgidos a ganar y a ser campeones "porque la hinchada se lo merece" y porque la hinchada se ha asumido como parte integrante del espectáculo y del negocio del fútbol. Han ocupado su lugar. Y se lo hacen saber a todo el mundo.

DROGA Y VIOLENCIA

También en los 80, los estribillos de las hinchadas blanquearán dramáticamente el tema del consumo de drogas por parte de sus integrantes. Ya no se canta para alentar al equipo propio. Tampoco para hostigar al contrario. Si para hostigar a los contrarios. Para anunciarles corridas, incendio, muerte.

Con la música de Mi amigo Charlie Brown, un tema brasileño de Martinho Da Vila, las tribunas se olvidan del partido y corean. "Oh, no tenés aguante, oh, oh, oh; oh, no tenés aguante, che gallina, vigilante", lo que del otro lado, seguramente será contestado con la música de La niña y letra intimidatoria "yo te quiero millonario, yo te quiero de verdad; quiero la Libertadores y a un bostero matar".

Aquel recordado jingle de los 70 del vino Rojo Trapal (Sale el sol, el sol sale para todos) hoy sirve para anticipar hogueras "Sale el sol, que vamo a quemar Rosario; que vamo´ a quemar Rosario, que vamo a quemar Rosa...". El de Resero que, a mediados de 1989 gozó de una espectacular presentación televisiva, tuvo una derivación racista que hubiera avergonzado a sus autores y que nada bien habla de las creencias de cierto sector de nuestra sociedad, no precisamente el más alto "Hay que matar a los bosteros, son todos negros, son todos putos, todos villeros, hay que tirarlos al Riachuelo". Y la canción de bienvenida al papa Juan Pablo II en 1987 fue desvirtuada hasta convertirla en un "Lo sabía, lo sabía; los de Racing son todos policías".

La primera hinchada que admitió públicamente ya voz en cuello que la droga formaba parte de su cotidianeidad fue la de River, cuando en 1986, en pleno apogeo del Bambino Veira, celebraba las victorias diciendo con la música de Te quiero tanto, de Sergio Denis "Vamos River, vamos nosotros te queremos, te alentamos vamo a salir campeón con el Bambino y vamo a festejar con mucha droga y mucho vino".

Hoy día, con la música de Me siento bien, de Fontova, otra hinchada dice "Yo soy de Boca, vago y atorrante, me gustan los Rollin y los estimulantes". A pesar de todo, ¿se sienten bien?

LOS ÉXITOS DE LA TV


Como en otras épocas, ya no existen aquellos éxitos musicales que todos tarareaban en todos lados. Entre las muchas cosas que han cambiado, está la música que, a manos del avance de la onda tecno, ha resignado melodía. Por eso, para las hinchadas actuales, otra vez la televisión se ha convertido en la gran proveedora de material cantable.

Las cortinas de muchos programas de neto corte populista son entonadas por miles y miles de voces. "Señores, la cancha se llenó, llegó la hinchada, esa hinchada que grita y alienta sin parar vamos Racing, vamos a ganar" (Clemente);"Vamos, vamos, los xeneizes vamos, xeneizes, vamo a ganar, somos la mitad mas uno, somos el pueblo y es Carnaval, Boca, te llevo en el alma y cada día te quiero más" (Si lo sabe cante); "Qué alegría, que alegría, olé, olé, Olá, vamos River todavía que estás para ganar, Como esta hinchada loca que lindo seguro que no hay , te sigue a todas partes, te alienta hasta el final, vamo a ganar la Copa y a ser campeón mundial, y vamo a dar la vuelta en el Monumental" (Johnny Tolengo); "Vení, vení, cantá conmigo que un amigo vas a encontrar que de la mano de Pastoriza toda la vuelta vamos a dar" (Venga a bailar); "Y dale, y dale, y dale River dale con huevos, con goles, vamos a ser campeones (La chispa de mi gente).

La poesía del hincha no es privativa de ningún equipo ni de ningún estilo de juego. No se le canta sólo a los que atacan como tampoco a los que defienden o a los que contraatacan. Ni siquiera a los grandes equipos. Se le canta al fútbol como expresión de arte, como creador de alegrías, tristezas, broncas, injusticias, pasiones, como una forma de ser, la única, la de todos, “la nuestra".

Fuente: Revista La Maga, Homenaje al fútbol argentino, 1994




 

El Fanático y El Hincha

 

El Fanático

El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua.

El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar.

En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes. También está dentro del espectador callado, que en cualquier momento puede llegar a opinar que el rival está jugando correctamente, y entonces tendrá su merecido.

El Hincha

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.

Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.

Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.

Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.

Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.

El Diego pudo ponerse la banda.

 Diego Maradona y River: la historia que pudo haber sido amor y terminó en una rivalidad muy fuerte.

Antes de pasar a Boca en 1981, Diego tenía la ilusión de jugar en el Millonario pero no hubo acuerdo.




Parece irreal pero fue real. ¿Diego Armando Maradona tenía la ilusión de jugar en River? Sí. Aunque hoy resulte insólito, fue así. Y se puede comprobar. Basta con escribir “Maradona tenía ilusión de jugar en River” en YouTube y aparece el video de una entrevista televisiva de un joven Diego, con sus abultados rulos.





“Ahora lo más firme parece ser lo de Boca. Lo de River quedó un poco muerto por el ofrecimiento que nos hizo Aragón Cabrera de ganar lo mismo que Fillol y Passarella. Y yo no tengo problemas con lo que ganen ellos y si pueden ganar cinco millones de dólares más y que le hagan un mejor contrato, me parece perfecto. Lo único que pedimos es que nos dé lo que nosotros pedimos. Lo que pasa es que él dijo que 'no' porque se le iba a hacer muy embromado para pagarles a todos, entonces quedó un poco muerto. Las tratativas las hace Jorge Cyterszpiler, su primer representante) y le dije que termine lo antes posible esto, porque ya no da para más. Tenía la ilusión de jugar en River pero Aragón Cabrera me derrumbó la ilusión”, decía Maradona en el verano de 1981 cuando tenía 20 años.


Esas tratativas de las que Diego hablaba estuvieron muy cerca de concretarse. Si Aragón Cabrera, el presidente de River en aquel entonces, se decidía a pagar lo que Maradona pretendía, seguramente Diego hubiera vestido la banda roja. Pero River acarreaba problemas económicos ya que tuvo que hacerse cargo de deudas, juicios y punitorios del convenio con el EAM 78 (Ente Autárquico Mundial 78) que el Ente no terminó cumpliendo.


Y además, según se consignó en algunas publicaciones de diarios y revistas en aquella época, el entonces presidente de River quería evitar que se le desbalanceara el presupuesto ya que -se decía- si llegaba Maradona tendría que elevarles los contratos a Alonso, Fillol y Passarella, las figuras de aquel River, para que continuaran en el tope salarial.


La revista River había titulado en su edición del 20 de enero de 1981 una foto de Maradona con la banda roja sobre su pecho, que le habían tomado tras un partido con Argentinos en el que intercambió camiseta con un jugador Millonario. Y el título del editorial era: “Tenemos que comprar a Maradona”. Esa imagen también fue tapa de la revista El Gráfico. Diego, junto a su representante, Jorge Cyterszpiler, mantuvo varias reuniones con Aragón Cabrera, pero el hombre que logró bajo su mandato que River cortara la sequía de 18 años sin títulos, no cedió.



Finalmente, Diego se fue a la otra vereda. Boca lo sedujo, pagó lo que pretendía y se lo llevó. El 22 de febrero debutó en la Bombonera vistiendo la camiseta azul y amarilla ante Talleres. La rompió en el torneo Metropolitano del 81 y fue campeón. Armó una gran dupla con Miguel Brindisi. A River le hizo un gol emblemático, en un 3-0 en la Bombonera en el que dejó gateando a Fillol, nada menos…



La identificación con Boca, que Maradona siempre se encargó de exhibir, sumada a sus dardos contra los de Núñez, profundizó la mala relación. De hecho, desde Núñez no hubo ningún mensaje en las redes sociales para saludarlo por su regreso al fútbol argentino. Para los hinchas de River, Dios es el Beto Alonso. Hasta hay un antiguo cántico de tribuna que eleva al Beto, (“que se retiró campeón”) y denuesta a Maradona.

CUANDO EL BETO FUE OVACIONADO EN LA BOMBONERA.



Norberto Alonso, en los palcos de quienes más lo odiaban, se asomó, levantó un brazo y lo ovacionaron. Fue durante una semifinal del Nacional entre River y Velez. El campo neutral elegido fue …la Bombonera.





Fue te


Las ventas y Jugadores Libres en la era Gallardo


ARQUEROS

-

DEFENSORES

EDER ÁLVAREZ BALANTA (BASEL): 3.600.000
LUCIANO LOLLO (BANFIELD): 250.000
JONATAN MAIDAN (TOLUCA): 1.500 000
EMANUEL MAMMANA (LYON): 9.300 000
ALEX BARBOZA (INDEPENDIENTE): 2.265.000
VÍCTOR CABRERA (MONTREAL IMPACT): 1.300.000
RAMIRO FUNES MORI (EVERTON): 11.000.000
HÉCTOR DAVID MARTÍNEZ (DEFENSA Y JUSTICIA): 900.000
FACUNDO MEDINA (TALLERES): 900.000 / (LENS): 1.900.000
GABRIEL MERCADO (SEVILLA): 2.000 000
ARTURO MINA (MALATYASPOR) 800.000
MARCELO SARACHI (LEIPZIG): 10.500.000
LEANDRO VEGA (EMELEC): 900.000
GERMNÁN PEZZELLA (FIORENTINA): 3.000 000
LUCAS MARTÍNEZ QUARTA (FIORENTINA): 10.000.000
GONZALO MONTIEL (SEVILLA): 9.500.000

MEDIOCAMPISTAS

TOMÁS MARTÍNEZ (TENERIFE): 1.400.000
EXEQUIEL PALACIOS (BAYER LEVERKUSEN): 15.000 000
GUIDO RODRÍGUEZ (XOLOS): 2.000.000
AUGUSTO SOLARI (RACING): 1.700 000
MATÍAS KRANEVITTER (TLÉTICO DE MADRID): 7.000.000
MANUEL LANZINI (AL-JAZIRA): 6 000 000
GONZALO MARTÍNEZ (ATLANTA UNITED): 10.000.000
JUAN FERNANDO QUINTERO (SHENZHEN): 7.000 000
SANTIAGO SOSA (ATLANTA UNITED): 4.500.000
IGNACIO FERNÁNDEZ (ATLÉTICO MINEIRO): 6.000 000

DELANTEROS

LUCAS ALARIO (BAYER LEVERKUSEN): 10.800.000
SEBASTIÁN DRIUSSI (ZENIT): 17.000.000
TEÓFILO GUTIÉRREZ (SPORTING LISBOA): 1.600.000
GIOVANNI SIMEONE (GENOA): 6.000.000

* Todas son cifras aproximadas

LOS 38 QUE SE FUERON LIBRES DE RIVER CON D'ONOFRIO

DAVID TREZEGUET
LEANDRO CHICHIZOLA
JONATHAN BOTTINELLI
GONZALO MARINELLI
CRISTIAN LEDESMA
JUAN CARLOS MENSEGUEZ
OSMAR FERREYRA
LEANDRO GONZÁLEZ PIREZ
FACUNDO AFFRANCHINO
LUCIANO ABECASIS
ARIEL ROJAS
FERNANDO CAVENAGHI
BRUNO URRIBARRI
LUCAS BOYÉ
CARLOS SÁNCHEZ
LEONEL VANGIONI
MARCELO BAROVERO
LUIS GONZÁLEZ
LEONARDO PISCULICHI
JULIO CHIARINI
EZEQUIEL CIRIGLIANO
NICOLÁS DOMINGO
IVÁN ALONSO
NICOLÁS BERTOLO
ARIEL ROJAS
JONATAN MAIDANA
CAMILO MAYADA
KEVIN SIBILLE
MARCELO LARRONDO
IGNACIO SCOCCO
IVÁN ROSSI
ZACARÍAS MORÁN CORREA
ALAN MARCEL PICAZZO
FRANCO LÓPEZ
TOMÁS ANDRADE
JORGE MOREIRA
RAFAEL SANTOS BORRÉ
LUCAS PRATTO

Los futbolistas que hizo debutar Gallardo en River:

 Los 41 juveniles que hizo debutar Gallardo en 7 años:



27/07/14: Lucas Boyé

09/10/14: Emanuel Mammana

09/10/14: Guido Rodríguez

29/03/15: Leandro Vega

03/06/15: Franco López

18/07/15: Pablo Carreras y Abel Casquete

14/10/15: Claudio Salto

08/11/15: Exequiel Palacios, Lautaro Arellano y Luis Olivera

02/04/16: Augusto Batalla

30/04/16: Gonzalo Montiel y Tomás Andrade

20/11/16: Lucas Martínez Quarta

04/12/16: Matías Moya 

25/05/17: Zacarías Morán Correa y Maximiliano Velazco

17/09/2017: Alan Marcel Picazzo y Santiago Vera

29/10/2017; Augusto Aguirre, Kevin Sibille, Nahuel Gallardo y Cristian Ferreira

30/08/2018: Santiago Sosa 

27/10/2018: Julián Álvarez

02/12/2018: Lucas Beltrán y Héctor David Martínez

27/01/2019: Federico Girotti

07/04/2019: Hernán López

16/07/2019: Benjamín Rollheiser

27/07/2019: Elías López

04/03/2020: Franco Paredes y Enzo Fernández

20/11/2020: Santiago Simón

29/11/2020: Tomás Castro

16/05/2021: Leonardo Díaz, Tomás Galván y Daniel Lucero

19/05/2021: Tomás Lecanda y Felipe Peña Biafore