Biografía del Chango de Ledesma


Ariel es el símbolo del fútbol espectáculo, del potrero, la alegría del despilfarro de gambetas, de la naturalidad en su máxima expresión.

Volante ofensivo y Delantero. Hincha de River desde la cuna. Nació a las 19:30 hs del 4 de marzo de 1974 en Ledesma, Jujuy. Casado con Danesa y padre de tres hijos: Sol, Tomás y Manuela, que lo esperan despiertos todos los domingos para darle el mejor de los abrazos.

A lo largo de su carrera ha convertido hasta el día de hoy 137 goles oficiales y ganó 12 títulos. El Burrito o simplemente Ariel. Una de las más deslumbrantes apariciones de la década del 90. Siempre se destacó por su forma de juego de "gambeta" y enganches y se consolidó como uno de los referentes de aquél equipo.

Siempre fue un jugador de apariciones durante los partidos. Antes eran más frecuentes, hoy siguen siendo decisivas. Formó parte del primer campeón de torneos cortos, el River del Apertura 91. Casi 17 años más tarde, fue pieza fundamental del último título de River, el primero de su tercer ciclo en su casa.

Ex medioscrum de Atlético Ledesma de Jujuy, Ariel Arnaldo Ortega es el último prócer de River Plate. Un lugar del que nadie podrá sacarlo.


Sus 11 Títulos:
Apertura 1991 (River)
Apertura 1993 (River)
Apertura 1994 (River)
Panamericano 1995 (Selección Argentina)
Copa Libertadores 1996 (River)
Apertura 1996 (River)
Medalla de Plata Atlanta '96 (Selección Argentina)
Supercopa 1999 (Parma)
Clausura 2002 (River)
Apertura 2004 (Newell's)
Clausura 2008 (River)


Sus Comienzos:

A fines del 91 fue presentado en sociedad en el triunfo frente a Platense 1 a 0. Su fútbol de potrero siguió siendo apreciado por por el exigente hincha de River. Ortega siempre llevó en sus gambetas los colores de River. Tanto que cuando veía enfrente a boca se motivaba más. Desde su primer superclásico, el 4/5/92, cuando enloqueció a Juan Simón y a Diego Soñora, supo que este partido era diferente de los demás. Su momento cumbre en el clásico de los clásicos se dió el 14/12/94, en el 3-0 en la Bombonera en el que dio cátedra de fútbol junto a Marcelo Gallardo y Enzo Francescoli. Ese día el Burrito paseó a Fabri y a Mac Allister y como postre se llevó un golazo de emboquillada a Navarro Montoya. En su último partido jugado en la Bosteria con la camiseta de River, Ariel volvió a brillar en el 3-0 que culminaría con la obra maestra de Ricardo Rojas y su vaselina.

Ya la rompía con los grandes de Atlético Ledesma de su Jujuy natal, cuando en diciembre de 1990 le llegó la oportunidad de probarse en River. Ariel tenía en ese momento 16 años y unas ganas tremendas de triunfar con la camiseta que había soñado toda su vida. Luego del largo viaje desde su provincia, el coordinador de la Divisiones Inferiores, el brasileño Delem, le dijo que fuera a descansar y que otro día lo miraría. Pero no quizo esperar y al cabo de 15 minutos de quebrar la cintura y dejar chicos por el camino convenció al cuerpo técnico de que estaba destinado a triunfar en el club.

Se integró a la Sexta, en la que jugó 11 partidos antes de pasar a la Reserva, donde aquellos hinchas que van temprano a la cancha se empezaron a enamorar de sus indescifrables gambetas. Pronto tuvo la oportunidad de mecharse en algunos entrenamientos de la primera y dejar mal parados a los jugadores de experiencia. Entre Higuaín y Comizzo le hicieron pasar una prueba de fuego. Ortega le metió un caño al Pipa, que le respondió con una patada. Ariel se levantó calladito y los siguió encarando. Entonces Comizzo gritó: "No le peguemos más que este pibe tiene huevos en serio".

DE CHICO JUGABA AL RUGBY


Sus Superclasicos:

Dicen los que saben que los grandes jugadores aparecen en las más difíciles y éste jujeño, que por ese entonces tenía 20 años recién cumplidos, eligió un Superclásico para dejar de llamarse Orteguita.

Jugó en una Bombonera repleta de presión con soltura y alma de potrero; gambeteó y desparramó rivales jugando como wing derecho y no se cansó nunca de pedirla y de resolver en una baldosa. Dejó en ridículos a Mac Allister (¡pobre colorado!), Navarro Montoya y al experimentado defensor Juan Simón.

A los 14 minutos de la segunda mitad entró al área por la punta derecha ¿cuando no? y sacó un latigazo infernal que se clavó en el ángulo izquierdo de Navarro Montoya. Luego, siguió enloqueciendo rivales y provocó la expulsión de Peralta. Más tarde llegaría el segundo de Hernán Crespo para adornar el resultado.

Ese mismo año, el 11 de diciembre y con un Mundial encima, Ariel volvió a pisar la cancha de Boca. Esta vez, tenía a un compañero de lujo a su lado: Enzo Francéscoli. Nuevamente fue la figura del Superclásico, en aquella inolvidable goleada por 3-0 que le permitió al equipo de Gallego coronarse campeón invicto -por única vez en la historia- una semana después.

El Chango clavó un derechazo desde afuera del área por encima del cuerpo del mismo Navarro Montoya y colocó el 2 a 0 parcial. Anteriormente, le habían cometido el penal que Francescoli luego transformaría en gol.

Año 2002, tenía que volver el Burrito de las mil y un gambetas para alterar la historia y sacarnos de encima una mochila pesada otra vez después de 8 años. Con una actuación soberbia y participando activamente de los 3 tantos, Ariel fue el protagonista de otra goleada histórica en la Bombonera. Sirvió a Esteban Cambiasso (en el primer gol) y a Ricardo Rojas (en el tercero). Robó la pelota a Serna en la mitad de la cancha, la llevó al área rival, la abrió a Zapata a la izquierda, la volvió a recibir y dejó solo a Cavenaghi para que éste dejara a Coudet listo para empalmar el segundo. Tenía que regresar Ariel para poder gritar en La Ribera. Posteriormente, River gritó campeón por

Pero en nuestro estadio le faltaba regalarse a sí mismo y al público riverplatense una actuación desopilante. Y fue el 7 de octubre del 2007, su tercera etapa con la banda sangre sobre el pecho, la de la gran actuación ante Boca en el Monumental. La coronó con un tanto a través del tiro penal que mandó a la red en el minuto 31 de la primera mitad. Y eso que dejó a los hinchas con el corazón a mil y el grito atragantado de tanto sufrir porque tuvo que patear dos veces la pena máxima, ya que en la primera, se había adelantado el arquero Caranta. Además, se lo había contenido el arquero rival, arrojándose a la derecha del Burrito. Pero en la repetición, el jujeño eligió el mismo palo y el arquero se tiró al otro. Gol y delirio. Saltó, Ortega, los carteles publicitarios, y se mandó atrás del arco que da al Río de la Plata, de cara a la tribuna local. Los hinchas no pararon de alentarlo y de gritar por él. Por este Burrito superclásico de 33 años y magia eterna. Por ese ídolo que no paró de bailar a sus marcadores de turno, que hamacaba la cintura para un lado y para el otro, y siempre salía airoso en esas incursiones.

El Regreso

Siempre se lo extrañó como a un hijo. Hasta que a mediados del 2000, en una tarde lluviosa frente a Rosario Central, en la goleada 4-1, volvió a tener su oportunidad, como aquella tarde del 90. El día que reapareció, ante los rosarinos, la rompió como si nunca se hubiera ido. Su incorporación resultó toda una novedad, pensando en el fútbol que podía dar junto a Saviola, Aimar y Angel, tanto que se los llamó los cuatro fantasticos.

Fortaleció su relación con los hinchas hasta llegar a la categoría de ídolo máximo. Siguió siendo un indiscutido por su talento y sus permanentes muestras de amor hacia el club de su vida.

La Selección:

En cuanto al Seleccionado, Ortega debutó en el mismo en 1993, en un partido contra Alemania en Miami y reemplazando nada más ni nada menos que a Diego Armando Maradona. Ese día el Burrito usó la casaca número 17. De allí en más fue habitual jugador de la albiceleste participando en tres campeonatos mundiales de la FIFA.

Ortega, es recordado por haber sido quien reemplazó en nuevamente a Diego Maradona luego de su suspensión en la Copa Mundial de Fútbol de 1994 y por ser uno de los últimos grandes exponentes del potrero argentino. Con esta camiseta participó de tres mundiales (Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Cora-Japón 2002) y anotó 17 goles.

En el Mundial de Francia '98 enfrentando a la poderosa Inglaterra por los 8º de final, el Burrito tiró 4 caños deliciosos. Fantasías propias de un jugador como Ortega, que regala esos lujos en partidos calientes y en certamenes tan importantes como lo es una Copa del Mundo. Es que el juego de Ariel, es ese, y nunca lo va a cambiar.

En una gira con la Selección, a la hora de repartir las habitaciones, a Maradona le dieron una para él solo. Pero el Diez pidió: "Quiero estar con Orteguita". Ariel recuerda siempre que cuando Maradona se dormía, él se quedaba mirándolo. "Te hipnotiza, los ojos se te van hacia él", decia el Burrito.


La vuelta más esperada


En agosto de 2006 volvió al club que lo vio nacer, su River Plate. En Octubre del mismo año solicitó ayuda profesional y de sus compañeros del club para tratar de salir de ciertos problemas personales que lo aquejan. Luego de dichos problemas volvió un 5 de Noviembre frente a San Lorenzo de Almagro, por la 14° fecha del torneo Apertura , con una actuación soberbia del equipo de River en el Monumental (5-0), el "Burrito" ingresó a los 22' del segundo tiempo y enseguida dio muestras del talento que lo caracteriza anotando un golazo picando la pelota al arquero rival (S.Saja).   


En la pretemporada de enero de 2007 en la ciudad de Mar del Plata, trabajó, se esforzó por mejorar y se ganó un puesto para enfrentar a Racing Club por el Torneo de verano, partido en el que marcó un gol de penal.

El domingo 18 de marzo, Ariel Arnaldo Ortega, regresó al fútbol grande, dándole la victoria a River por 1 a 0 frente a Quilmes, con un gol sobre la hora y con la mano.

Una vez comenzado el 2008, Diego Simeone dijo: "Ortega será el capitán del equipo", cuando lo consultaron sobre quien era el elegido para llevar la cinta, esa que él tanto tiempo lució en el seleccionado argentino y en otros tantos equipos. "Está en una edad justa, ha pasado por un montón de situaciones, tiene hambre de ser el que todos conocemos y las responsabilidades hay que asumirlas y él está para eso", afirmó el Cholo.

River se terminaría consagrando campeón del Torneo Clausura, con Ortega como gran figura del equipo, siendo vital en casi todos los partidos del campeonato.

Pero una vez terminado ese torneo, Diego Simeone, contradiciendo las palabras que él mismo había dicho un tiempo atrás, decidió excluir del plantel al último ídolo de River. Sin lugar en el equipo, el Burrito fue cedido a préstamo a Independiente Rivadavia de Mendoza.

Simeone pagó muy caro echar a Ortega del equipo, ya que el Apertura fue su peor fracaso como DT. Por la ausencia de Ortega, jamás pudo encontrar el funcionamiento del equipo, tanto que a la 10º fecha del torneo, River ocupaba el último lugar de la tabla, siendo el peor arranque en la historia del glorioso River Plate.

Su paso por Europa

En Marzo del '97 fue contratado por el Valencia de España por 12.500.000 dólares. Ariel fue protagonista hasta ese momento del pase más caro del fútbol argntino. Y en el club español marcó territorio en el primer partido. Ya había hecho un gol y llegó un penal para el equipo. Cuando lo iba a patear se le acercó Farinós y le pidió patearlo porque Ariel ya había hecho uno. Y Ortega le dijo: "Salí de aca que te cago a trompadas". El Burro pateó y convirtió el gol.
Allí en el Valencia convirtió uno de los mejores goles del año 97 frente al FC Barcelona en el mismísimo Camp Nou.

Un año más tarde pasó por la Sampdoria de Italia (1998-1999), donde vivía en un castillo frente al mar. En este club marcó otro grandisimo gol, al mismisimo Inter y elegido uno de los mejores tantos del año '99 a nivel mundial y el más hermoso de toda su carrera. (Ver Video 10 mejores goles del Burro).

De ahí se fue al Parma en el '99 donde fue compañero de Hernán Crespo y ganó la Copa UEFA y la Supercopa.

Mis Palabras para él:

Sin dudas que si te hablo y te nombró a Ariel Ortega se te eriza la piel y hasta se te pianta una lágrima de emoción , la huella y el cariño que dejó y sigue dejando Ariel Ortega -Burrito-  no tiene tamaño.

Seguramente si te nombró a Ariel Ortega lo primero que se te viene a la cabeza son frases como “hacelo chango y me muero” del magnífico Lito o “gracias Dios por hacerme hincha de River”, frases que quedarán tatuadas en nuestras mentes.

Hablar de Ariel Ortega es sinónimo de hablar de gambeta, gol, magia, fútbol, potrero, caviar y tantos adjetivos más.. 

Ariel es la humildad y la sonrisa. No vas a encontrar a un ser humano en el mundo que tenga algo malo para decir de él. Es el camino desde el potrero más recóndito de Jujuy con una camiseta rota y llena de tierra, hasta el césped más pulcro del Monumental llevando la 10 de River en la espalda. Es el ídolo que hoy le marca el camino a muchos pibes del club antes de que salgan a jugar por primera vez en lo que es el patio de su casa.

Ariel fue el mejor jugador que vi en los Superclásicos. Tenía un disfraz de inspiración inigualable para esa clase de partidos, y para dejar en ridículo a los centrales de turno. Vos sabías que cuando la pelota pasaba por su impronta él iba a calzarse la mochila en sus hombros y a hacerse cargo de todas las situaciones y los problemas. Que de un descuido del rival iba a inventar un caño. Que de una pelota sin rumbo cerca del área iba a sacar una vaselina deliciosa que formaba el arco iris en la humanidad de los arqueros. Que era capaz de teledirigir la pelota a la longitud y latitud donde se lo proponga.

Ariel tenía esa gambetas única y el potrero en el alma, amaba y ama a su River querido tan sólo al escribir recordas ese "Ortega...Ortega " que bajaba de los cuatro costados de su casa . Ariel siempre fuiste mío 

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